Por Federico Patán.
Luego de haber pasado una agradable tarde en el estudio 11 del ICRT, en la Mesa Redonda con Randy Alonso, Taladrid y una docena de maniquíes hiperrealistas, uno de los asesores dramáticos del programa, el teniente coronel del MININT Abundio Macera, tuvo la amabilidad de quitarme la cadena del tobillo, devolverme mi grabadora y acompañarme al cuarto piso, que es el que ocupa el Sistema Informativo de la Televisión Cubana, especialmente el Noticiero Nacional de Televisión.
El respeto que sienten todos los trabajadores de la televisión hacia mi guía se hizo palpable cada vez que pasábamos cerca de un grupo donde se conversaba y todos hacían silencio repentinamente. En el elevador unos compañeros de la redacción de musicales bromeaban con algo del programa de Amaury Pérez, “Con dos que se quieran, basta”, y decían algo de “Con dos que se mueran, basta”, pero al ver llegar a Abundio Macera con su impecable guayabera, tosieron y se pusieron las manos en la espalda en una muestra de profundo respeto hacia mi acompañante.
Ya en el cuarto piso, me sorprendió un bosque artificial muy espeso, que luego supe era el bigote de Serrano, locutor del NTV, el cual se nos unió al momento, creyendo que yo era un periodista de la BBC. Cuando se dio cuenta de que mi grabadora era marca Pазочарование, modelo soviético del año 74, se disculpó con que tenía una emergencia familiar y se sentó a revisar su e-mail en una computadora del departamento deportivo.
El teniente coronel me condujo entonces hasta el cubículo donde se procesan las noticias, y me causó un gran impacto la poderosa antena parabólica en la ventana del recinto, conectada a un enorme embudo plástico cuya parte estrecha se empalmaba con el puerto USB de una impresora. Me explicaron que el embudo era imprescindible para filtrar las noticias internacionales, de las cuales sólo debía llegar a la audiencia apenas un 0.7%, previamente purificadas. El embudo, fabricado en el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido, garantiza que cualquier información positiva del extranjero sea decantada, y que los hechos negativos se aumenten casi hasta convertirlos en hecatombes nucleares.
Camino al estudio nos encontramos con Antonio Resillez, quien ensayaba su expresión de bondad en el espejito de un vanity, y amablemente nos explicó que su sección de opinión aquella noche versaría sobre la conveniencia de no comer carne de res, sino de esforzarse con una dieta austera, para un día tener una patria mejor. Él mismo nos presentó a Héctor Rodríguez, comentarista deportivo y oficial encubierto del Ministerio del Interior, quien amablemente nos disertó acerca de la manera en que se reorganizan las noticias en la televisión.
“Lo primero que hay que tener en cuenta…” nos dijo con aquella profunda voz de recién levantado de entre los muertos, “…es que el pueblo no está capacitado para entender la actualidad mundial. Esa es nuestra tarea, mostrarles lo bien que estamos todos aquí en Cuba, y lo mal que les iría si se fueran a vivir a otra parte. Si hay un accidente automovilístico en Lituania, sin duda es culpa del sistema capitalista. Si un niño se encontró un boniato en un sembrado de frijoles de Las Tunas, es un éxito innegable de la agricultura socialista…”
Finalmente en el estudio donde se transmitiría en vivo la emisión estelar del NTV, fui testigo excepcional de la preparación del programa, que incluía un cepillado de bigotes a Serrano con rastrillo de jardín, un lavado extra de cerebro con lejía de alto poder para su compañera locutora Agnes Becerra, y una última revisión al texto de las noticias, con el cambio de orden de frases de uso permanente como “grupúsculos contrarrevolucionarios”, “la maldad del imperialismo yanqui”, “la genialidad del compañero Fidel”, o “el sobrecumplimiento en la cosecha de la papa”…
Desgraciadamente no alcancé a presenciar la transmisión en vivo, porque en ese mismo momento entró un cable de última hora, con una noticia bomba de interés nacional, que se había celebrado con éxito la asamblea de la sección sindical en el municipio Cacocún, y los pasillos fueron desalojados para evitar obstáculos con la gorda que traía el papelito impreso, corriendo desde la redacción.
No obstante a ello, y a que al salir de allí noté que me faltaba mi grabadora soviética marca Pазочарование, mi periplo por el Sistema Informativo de la TV cubana constituyó una experiencia inolvidable, y una reafirmación de los valores revolucionarios que tan dignamente allí se defienden.
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